El Señor de los Milagros es una de las manifestacions religiosas más emblemáticas de Perú y uno de los símbolos más arraigados en la vida cultural y espiritual del país. Cada octubre, Lima se viste de morado y su centro histórico se inunda de fieles que, sin distinción de edad, origen social o procedencia, acompañan la imponente procesión de la imagen considerada milagrosa, cuyas raíces se remontan al siglo XVII. Esta devoción, que trasciende fronteras y generaciones, ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno que conjuga tradición, identidad, sincretismo y resistencia, consolidando al Señor de los Milagros como un referente no solo religioso, sino también cultural y social.
El origen de la venerada imagen data de 1651, cuando un esclavo angoleño, conocido como Pedro Dalcón o “Benito” en algunas fuentes, pintó la figura de Cristo crucificado sobre una pared de adobe en el entonces barrio de Pachacamilla, a las afueras de la “Ciudad de los Reyes” (actual Lima). Pronto, este mural comenzó a ser conocido como el Cristo de Pachacamilla, aunque a lo largo de los siglos también se le atribuyeron otros nombres, como Cristo Moreno, Señor de los Temblores o Cristo de las Maravillas, cada uno relacionado con distintos episodios atribuidos a su intercesión y a las creencias populares.
La consolidación de la devoción se vincula de manera especial a los desastres naturales que azotaron Lima y Callao en el siglo XVII, en particular al gran terremoto del 13 de noviembre de 1655, cuya magnitud alcanzó, según estimaciones modernas, los 7,8 grados en la escala de Richter. El sismo destruyó templos y viviendas, cobró miles de vidas y sumió a la población en la incertidumbre y el dolor. Milagrosamente, la pared que servía soporte al Cristo de Pachacamilla sobrevivió intacta a la destrucción, lo que reforzó la creencia en los poderes milagrosos de la imagen y atrajo a multitudes en busca de consuelo y esperanza. La imagen rápidamente ganó notoriedad, y su culto se expandió en todos los sectores sociales de la ciudad.
El culto al Señor de los Milagros está rodeado de tradiciones y símbolos que han evolucionado durante más de tres siglos. La túnica morada, distintiva entre los fieles durante el “mes morado” de octubre, es uno de los elementos más representativos. El color morado representa penitencia, recogimiento y preparación espiritual.
La devoción al Señor de los Milagros es un testimonio de la resiliencia y la unidad del pueblo peruano. Su historia está marcada por epidemias, terremotos, adversidades sociales y éxodos migratorios, pero su figura persiste como símbolo de esperanza, protección y fraternidad. Octubre en Lima es sinónimo de fe colectiva, identidad y herencia compartida, y la imagen del Señor de los Milagros continúa siendo el epicentro de una de las manifestaciones religiosas más grandes e intensas de América Latina. Este mes se celebran muchos actos en nuestra parroquia, organizados por la “Hermandad de Nuestro Señor de los Milagros”, presente desde 1992 en Sant Ramon.

