Acoge a los demás como tú mismo quieres ser acogido. No quieras para los demás lo que no quieres para ti.
No condenes ni juzgues a nadie. No hables mal de nadie. No humilles ni violentes a nadie. No niegues a nadie la posibilidad de rectificar.
Perdona las injurias pasadas y presentes. Libérate del odio. Guarda tu corazón libre para amar, para convivir, para una vida nueva cada día. Perdona y no vuelvas mal por mal. Vence el mal con el bien.
Desea la paz con todos, la convivencia, la colaboración, el gozo de la fraternidad y del servicio, escucha antes de hablar. Sé misericordioso.
Simplifica los problemas, no los aumentes. Dedícate a resolverlos, no a revolverlos. Busca siempre soluciones posibles. Valora lo que une. Procura reducir el dolor y el sufrimiento.
Crea sentimientos y actitudes de concordia, de misericordia, de atención a las necesidades y derechos de los demás. Sé una persona respetuosa con los demás, aunque no compartas sus opiniones; no ocultes tus convicciones. Apuesta siempre por el diálogo, el entendimiento, la convivencia, el respeto.
Apoya a quienes trabajan por el bien de los demás, por la paz, la justicia. No te dejes dominar por el miedo. No cedas ante los que amenazan.