Cierto día, un niño pequeño preguntó a su madre: “Mamá, ¿por qué miras más el móvil que a las otras cosas que tienes delante y más cerca?”. Esta pregunta impactó profundamente a la madre, que desde entonces decidió no coger el móvil cuando estaba con el niño y decidió dedicarle ese tiempo solo a él y a las cosas que tenía cerca.
Al empezar el tiempo de Adviento nos podemos preguntar en qué ponemos nuestra atención, a quien esperamos y cómo lo esperamos. La liturgia de Adviento nos ofrece un camino de atención alegre y esperanzada, pues nos prepara: “Mirad, Dios viene”. Viene a partir de lo cotidiano para poner esperanza, buenos deseos y reconocer en los acontecimientos de cada día los signos del Amor de Dios, o si no, de cómo los podemos mejorar. La oración personal y también comunitaria fortalece nuestras mejores intenciones.