REZAR CON LOS SALMOS

Jesús rezaba con los salmos. Como buen judío, algunos se los sabía de memoria, los recitaba a menudo, comunitariamente o a solas; así, en la cruz Jesús se queja ante Dios de su abandono con las palabras del salmo 22: “Dios míos, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”; en la  cena pascual, después de cantar los salmos nos dicen el evangelio de Mateo y de Marcos que salieron hacia el Monte de los Olivos; los salmos típicos de la cena pascual judía son del 115 al 118.

A nosotros nos cuesta más rezar con los salmos. Quizá nos parece algo difícil y raro. Pero nos iría muy bien acostumbrarnos a rezar con ellos porque son palabras recogidas de la Biblia que expresan sentimientos que recogen la vida de cada día, la alegría y la tristeza, la felicidad  y el dolor, la reflexión ante las desgracias y ante lo que va bien, el sentido de pecado, la alabanza a Dios, la admiración ante la naturaleza, la petición de ayuda a Dios, incluso la protesta ante Dios por los males y las injusticias…

Sí que es verdad que son palabras muy antiguas, pero si nos acostumbramos a decirlas, a hacerlas nuestras, veremos cómo pueden expresar muy bien lo que vivimos cada uno de nosotros. Además, no nos son tan extraños pues en toda eucaristía escuchamos un trozo de un salmo o un salmo entero.

Los salmos forman parte de la plegaria de la Iglesia pues los encontramos en el rezo de la Liturgia de las Horas: oficio de Lectura, laudes, hora intermedia, vísperas y completas.

Sería bueno que empezáramos a rezar con los salmos y para ello podemos hacerlo con nuestra Biblia o con el libro de la Liturgia de las Horas o con algún libro que contenga los salmos con alguna presentación.

RESULTAT COL·LECTES DE SETMANA SANTA

A la col·lecta del Dijous Sant per a Càritas parroquial es van recollir 192 €, i a la del Divendres Sant per a Terra Santa, 127 €. Moltes gràcies per la vostra aportació.